Junta de Gobierno: Biografia de Salvador de la Cruz (+ 10 feb. de 1775)


Salvador de la Cruz (<b>+ 10 feb. de 1775</b>)

Salvador de la Cruz ingresó en la hermandad el 13 de Marzo de 1729 siendo presentado por el Hermano Antonio Pintado. Llegó a Sevilla ya adulto y como cautivo, siendo bautizado, a una edad que se desconoce, en la parroquia de Santa Cruz.

En el cabildo de oficiales del 4 de marzo de 1731, se le nombra Diputado "para recoger la alcancía" y dos meses más tarde, el 6 de mayo, en el general de elecciones, pasa a ocupar el importante puesto de Alcalde. Al año siguiente, el 4 de mayo, es elegido Hermano Mayor, y el 1 de mayo 1735 "mayordomo por todos los votos sin faltar alguno". Luego de rotar por diversos puestos de la Junta, como era costumbre, coge de nuevo la mayordomía en octubre de 1740, al dimitir de ella Antonio Pintado, siendo confirmado en el puesto en las elecciones del mayo siguiente. Desde entonces, se le sigue reeligiendo en dicho cargo todos los años, "porque conviene para el mayor aumento de la hermandad", hasta su muerte, ocurrida el 10 de febrero de 1775 a una edad de 115 años.

Durante los más de treinta y cinco años de su mayordomía, la hermandad cobró un gran florecimiento, a pesar del decreciente número de cofrades negros, debido a las cuantiosas limosnas que conseguía tanto de familias principales de la ciudad -de nobles, como los duques de Medinaceli o los marqueses de la Cueva del Rey, y de comerciantes importantes, como varios de los que mencionamos en el epígrafe sobre la entrada de hermanos- como asimismo del pueblo llano, por la admiración y respeto de unos y por la fama de santidad que tenía para otros. Tanto la Capilla, sus dependencias y altares, como los pasos y enseres para la estación de penitencia, mejoraron ostensiblemente, como veremos más adelante. Y él mismo, que vivió largo tiempo en una reducida y humilde habitación, construida sobre el almacén de los pasos, costeó a sus expensas diversos objetos de culto, como el Simpecado de terciopelo celeste con vara y cruz de plata de ley, que donó en 1765 y cuyo costo ascendió a 1.300 reales. Su papel fue también fundamental en el crecimiento de la Congregación del Rosario, pero quizá su figura haya quedado unida, sobre todo, al hecho de conseguir que el cardenal Solís aceptase recibirse de hermano de la cofradía y ostentar el cargo de Hermano Mayor perpetuo.

Hoy sus restos descansan a los pies de la Virgen de los Ángeles, en nuestra capilla, donde la inscripción de la lápida realizada en el siglo XIX contiene el error de atribuir a nuestro insigne cofrade la venta de su libertad.